Un cuaderno abierto sobre la mesa, un niño que hace la tarea con una sonrisa y un padre que, mientras lo acompaña con mates, mira de reojo un calefactor nuevo que abriga la casa. Esa escena es cotidiana en cualquier pueblo con gas natural, pero es una novedad en Los Guañacos, donde desde hace poco más de dos meses sus pobladores cuentan con un servicio que llegó para cambiarles la vida.
“Yo soy nacido y criado acá en Los Guañacos”, cuenta Alberto Barrientos, de 49 años, quien trabaja en la comisión de fomento y vive con su esposa Romina Navarrete y sus tres hijos de 12, 15 y 17 años. “Estamos muy agradecidos porque hasta hace dos meses ningún gobernador fue capaz de hacer una red de gas acá en Los Guañacos. Todos venían, todos aplaudíamos, pero el gas llegó hace dos meses”.
La empresa provincial pública Hidrocarburos del Neuquén SA (Hidenesa) fue la encargada de tender los 27 kilómetros de red que unen Andacollo con Los Guañacos. También será responsable del transporte y la distribución del servicio a cada hogar que reúna las condiciones para conectarse. La concreción de la obra significó saldar una deuda histórica y, como expresó el gobernador Rolando Figueroa en la inauguración: “Acá lo único que tenemos que aplaudir es a los vecinos que aguantaron tantos años vivir con frío, con falta de servicios y sin oportunidades”.
Ese pasado de sacrificio está todavía fresco en la memoria de Alberto:
“Nosotros ahora no nos preocupamos por la leña ni por la garrafa. Vivimos más tranquilos, ahora es otra la calidad de vida. Se cambió mucho en Los Guañacos”, valora Alberto, aunque reconoce que aún hay familias sin gas.
Hasta hace dos meses, la familia Barrientos consumía entre tres y cuatro garrafas mensuales, sumadas al esfuerzo de conseguir leña para calefaccionarse. “Yo tenía que salir a buscar leña, a partir leña, aunque estuviera mojado, entre el barro. Y cuando había que traerla, pagar el tractor para trasladarla hasta la casa, todo”, recuerda.
El cambio se nota en los gestos simples de cada día:
“La leña no se compara con el gas. El gas usted en la noche lo deja, y al otro día la casa está calentita. Vuelvo del trabajo y la casa está calefaccionada. Vas a poner la pava y no estás pensando que la garrafa se acabó, nada”.
Alberto tiene como vecinos a otras tres familias que también pudieron conectarse a la red. Entre vecinos conversan sobre las ventajas de contar con un servicio que, más allá de la comodidad, representa un antes y un después.
El costo del servicio todavía es una incógnita para Alberto, ya que aún no recibieron la primera boleta. “Aunque me salga el cargo yo lo voy a pagar. Tener el gas es una tranquilidad para la familia, porque teníamos un termo eléctrico y la luz acá era demasiado cara. Pagábamos muy caro la luz”.
Con su tono sereno pero orgulloso, resume lo que siente su familia y la mayoría de los vecinos: “Ahora vivimos más tranquilos, más calentitos. Es otra calidad de vida. Para nosotros, el gas cambió todo”.