Mientras intenta mantenerse en forma, el juez neuquino de Primera se emociona al ver imágenes o hablar de Andacollo y rememora un partido que lo marcó a él, a Boca, a River y al fútbol argentino en general. Por Fabricio Abatte
Vive lejos (en Lincoln, Buenos Aires) pero tiene el corazón cerca, en Andacollo. En su amado norte neuquino. Así lo hizo saber, una vez más, este sábado con las fotos de su estado de whatsapp. Imágenes hermosas del imponente paisaje que lo vio crecer, a las que acompañó con un sentido: “Mi norte neuquino, Belleza”. Darío Herrera es un consagrado árbitro de Primera División del fútbol argentino. En su aún joven y exitosa carrera ya dirigió varias veces los partidos más importante del país y también inscribió su nombre en el plano internacional.
En plena cuarentena, cuenta justamente cómo hace para mantenerse en forma este tiempo, cuánto extraña a su tierra y claro, también menciona aquel inolvidable partido del gas pimienta, el que marcó un antes y un después en River y Boca, en el que para muchos comenzó a gestarse el equipo multicampeón de Marcelo Gallardo. Y que también para él fue sumamente especial.
“Las fotos me las etiquetó mi sobrina y están hermosas. Unos recuerdos hermosos de Andacollo. Cada vez que veo imágenes, me emociono mucho, lo tengo muy presente siempre. Y obviamente que se extraña un montón cuando no se puede ir, más en esta época en la que no se puede viajar. Pero bueno, siempre recordando los lindos momentos que hemos vivido en aquella zona y toda la gente querida de allá”, comenta Herrera y se nota que lo siente así. Neuquino de pura cepa.
Mientras añora al pago, el mejor juez de la provincia se ilusiona con un pronto regreso. “Entrenando duro en casa, corriendo, completando los trabajos que tengo que hacer y también andando un poco en bicicleta. Después con la expectativa de que esto se termine lo antes posible y que vuelva el fútbol, que es tan lindo y lo que nos gusta a todos. Sabemos también que nos tenemos que cuidar y mientas más prevención tengamos a la hora de volver menos se va a interrumpir a futuro la actividad. Esperando la vuelta a los entrenamientos para afinar detalles para el regreso oficial”, explica quien se hizo conocido por aquel polémico Boca-River de octavos de final de la Libertadores 2015, que no terminó. Bah, culminó de manera bochornosa (suspendido por incidentes cuando empataban 0 a 0 y avanzó luego el Millo por decisión de Conmebol tras el 1 a 0 de la ida).
Sin dudas el encuentro más relevante y a la vez el más insólito, por su inexplicable desenlace, que le tocó dirigir. Del que “siempre me estoy acordando”.
“Los hinchas te lo hacen saber, te lo recuerdan de buena manera y con onda. Pero todos te hablan de ello”, admite en el mes en el que se cumplieron cinco años de la fatídica jornada que lo tuvo como uno de los protagonistas.
Habla, como todos, “del gas pimienta” cuando se refiere a dicha batalla deportiva, el encuentro que todos sus colegas soñaban con arbitrar. Y pese a todo lo que pasó y los nervios que padeció en su primera gran experiencia, una prueba de fuego, lo recuerda como “un partido muy lindo, fue algo hermoso” haber estado en La Bombonera en ese cruce caliente. No obstante, claro, lamenta los episodios que arruinaron la fiesta.
El juez local, que hasta el momento de la postergación lo tenía controlado, luego volvió a dirigir superclásicos. Pero nada volvió a ser igual.
En el final, Herrera como no podía ser de otro modo se despide con un “saludo a toda la familia de Andacollo, de Chile y de Lincoln que nos estamos apoyando siempre. Un beso muy grande para todo el norte neuquino. Ya andaremos por allí”.
Darío Herrera, el juez neuquino del “gas pimienta”. Un recuerdo super, de Primera.