El secreto detrás del collar de 4.100 años

Un collar con 15 cuentas de caracol de 4.100 años de antigüedad hallado en 2012 en el sitio arqueológico de Aquihuecó, a 30 kilómetros de Chos Malal, brindó la prueba de una vinculación de intercambio entre el norte neuquino y el norte del país. Además dio información a los científicos del inicio de un proceso de sedentarismo de estas poblaciones.

La investigadora Valeria Ibáñez Saint Paul explicó que el collar fue confeccionado utilizando como materia prima caracoles oriundos del noreste argentino (Megalobulimus), hecho que permitió establecer que hubo relaciones de intercambio con poblaciones de esa zona. “Se analizaron los caracoles del collar y se constató que no eran de esta zona, sino del noreste argentino y eso es gran importancia. Muestra que intercambiaban objetos a través de grandes distancias con otros habitantes y es el valor que se rescata de este collar”, destacó.

Otro punto relevante es que estaba en el cuerpo de un infante de 11 años.“Nosotros suponíamos que podía haber sido depositado como una ofrenda, cuando alguien muere, pero cuando investigamos las piezas, por el desgaste nos dimos cuenta que lo ha usado mucho tiempo. Se cree que formaba parte de su propia vestimenta y que ese collar simbolizaba algo dentro de su grupo”, marcó la investigadora. Amplió que los adornos personales representaban jerarquía, pertenencia o roles sociales dentro de un grupo. 

“Ahora se está viendo qué elemento de acá es el que se intercambiaban.Estamos trabajando con los sitios donde ha aparecido el Megalobulimus, qué elementos tienen que sean de acá”, indicó la arqueóloga Claudia Della Negra, directora provincial del Patrimonio Cultural de Neuquén.

En el estudio los investigadores señalan que las averiguaciones permitieron atribuir todas las piezas a un “collar” que se habría utilizado como adorno personal. Esta hipótesis se apoya en la situación de hallazgo –alrededor del cuello– y en los rasgos y desgastes en las cuentas resultantes del uso. Valeria Ibáñez Saint Paul explicó que el Megalobulimus es un caracol considerado multisensorial por su contraste cromático, propiedades físicas y por su capacidad de producir sonidos musicales. Esto último dijo que podría relacionarse con ceremonias religiosas.