El San Francisco fue construido en 1908, al pie del cerro Buta Lechi Cura.
Por Fabián Cares – Especial
Dina Rosa Giménez (93 años) y Delfina San Martín (85) son las abanderadas del molino. En sus palabras y en sus manos permanece viva su historia. “El molino fue obra de mis abuelos Claudina Castillo y José Gregorio Giménez y lo heredaron mis padres Juan de Dios Giménez y Rosa Herminia Muñoz. Después lo heredé yo y con trabajo y esfuerzo lo sostuve en el tiempo”, contó Dina.
Ella junto con su cuñada Delfina tuvieron a su cargo el funcionamiento de la pequeña industria. Sostuvieron que por aquellos largos años todos los esfuerzos de los trabajos se hacían en bolsas y el hombro era el mejor transporte.
Delfina se crió con su madre en un lugar cercano a Chacaico en una veranada. Se vino con su madre a trabajar a este lugar y Dina le enseñó el oficio y lo hicieron desde entonces con su hijo Elías Giménez. Por su parte, Dina la heredera de este faro de la cultura y de la historia local, nació en 1925.
Las mujeres en una recorrida por el molino explican cómo se trabajaba en el lugar, muestran la tolva donde se colocaba el grano de trigo para comenzar el ciclo de molienda.
Ambas desde hace años son las protagonistas y las mejores guías con la palabra autorizada de la experiencia para recibir a los turistas y vecinos que se acercan interesados en realizar un paseo por la ingeniería rústica de este molino de harina que transcendió las fronteras de una centenaria historia.
El molino funciona desde 1908. En 2008 fue declarado de interés patrimonial por la provincia del Neuquén. Su construcción es característica de la época. Paredes de adobe y techo de carrizo, contando con una rara mezcla de pisos de madera y tierra. Su nombre se lo pusieron, honrando al santo, un grupo de sacerdotes de la época.
Funcionaba con agua del arroyo El Cholar que al caer movía una paleta que mediante unos engranajes hacían girar dos piedras redondas que molían el trigo formando la harina, ñaco, frangollo o la popular chichoca.
El granero del norte neuquino
La mayoría de los vecinos sostiene en esta localidad que El Cholar fue el granero de todo el norte neuquino. La fiesta del ñaco vino a rescatar la cultura del pueblo. Mantener esa cultura y poder llevar a las nuevas generaciones a que la cultiven y la desarrollen es el principal desafío de los gobernantes y de aquellos vecinos que ya cuentan años de experiencias de vida sobre sus espaldas.
Buscan fortalecer el interés turístico
“Queremos acompañar el proceso de difusión de nuestros lugares históricos y culturales que han formado parte del proceso de desarrollo de los pueblos. Razón por la cual creemos que, de la mano de la cultura, el turismo se arraiga aún más en cada localidad y fortalece tanto la identidad como el desarrollo local”, dijo la ministra de Turismo, Marisa Focarazzo, en relación con la presencia del molino en el andamiaje turístico que impulsa la provincia para promocionar masivamente esta histórica construcción y tantas otras que pueblan el norte neuquino.
En la misma sintonía se expresó el director de la radio municipal, Elías Navarrete, sobre el molino harinero San Francisco, que funciona desde 1908. “Los 1300 habitantes de este pueblo nos mostramos orgullosos de nuestro ícono más importante y vemos con mucha expectativa y con esperanzas que la historia del molino, que todavía está en pie, atraiga el turismo”, destacó.