Verónica Reyes dicta clases en un hogar de ancianos de Chos Malal

De su trayecto de formación escolar participan 21 adultos mayores.

Los caminos de la vida suelen llevar a las personas a los lugares menos pensados. A veces se cruzan con los destinos y son capaces de escribir las historias más lindas e increíbles. Esa fusión deja en las personas marcas indelebles que son atesoradas con el tiempo como una reliquia individual. Es lo que le pasa a Verónica Reyes, una docente entrerriana que llegó a esta ciudad hace 27 años para escribir un camino y un destino propio. Hoy, las distancias y los trabajos recorridos así lo confirman.

Verónica nació el 22 de abril de 1974 en la ciudad de Nogoyá. A pesar de haber emigrado de muy joven, siempre está volviendo. Se vino de sus pagos apenas recibida y con una mochila cargada de sueños. “Vine a vivir a esta provincia, puntualmente a Chos Malal, en búsqueda de un trabajo seguro y estable. Yo soñaba con ser maestra en lugares inhóspitos, había pensado en las islas Ibicuy en Entre Ríos, pero esas cosas de la vida me trajeron para acá”, señaló.

Su primer trabajo fue en la Escuela 5 de Frontera. “Ese fue mi primer trabajo en el año 1995 y del cual tengo los mejores recuerdos”, comentó.

Su amor por la profesión y su empatía con los adultos mayores la llevaron hace seis años a idear un proyecto educativo en la residencia pública Ruca Canay. Comentó que siempre está al servicio en las necesidades que la dirección, genera actividades y lo que desarrolla en forma sostenida es un proyecto

“Aun en tiempos de pandemia di clases virtuales, eso fue una experiencia maravillosa y ahí aprendí que para nada hay que subestimar a los adultos mayores solo por ser viejos”, aseguró.

Durante el peor momento de la pandemia, Verónica Reyes también tuvo que utilizar los recursos de la virtualidad para seguir dando clases.

–> La elección de servir desde sus saberes

De su trayecto de formación escolar participan 21 personas, de las cuales cuatro son mujeres. “Es un lugar que amo, porque yo voy a entregar un poquito del amor que tengo y cada vez que salgo me voy completamente feliz y con muchísimas anécdotas. Logro conectar con la alegría, con la compasión, la empatía, me encanta estar al servicio de esta institución”, expresó Verónica.

La experiencia la lleva adelante los jueves de 17 a 20. Ese día, todos ponen lo mejor de sí. Es un ritual que cumplen al pie de la letra. Los útiles, el pizarrón, las tizas y las ganas de enseñar y aprender se ponen a disposición alrededor de una mesa y arranca una nueva clase.

Es un lugar que amo, porque yo voy a entregar un poquito del amor que tengo y cada vez que salgo me voy completamente feliz y con muchísimas anécdotas. Logro conectar con la alegría, con la compasión, la empatía

La educación se suscita siempre en el contexto en el cual viven los abuelos. “La última semana fue el aniversario del hogar y trabajamos sobre eso, recordando a los directores antiguos, haciendo aportes para lo que fue el festejo, haciendo guirnaldas”, dijo Verónica. Las fechas patrias siempre están presentes y la fuerte estimulación en la lectoescritura. “Es un trabajo que me desafía muchísimo pero que aun así amo hacerlo”, dice.

Asegura que eligió la provincia de Neuquén porque su sueño era ejercer en establecimientos educativos alejados de los grandes centros urbanos.

27 años hace que Verónica Reyes llegó al norte neuquino procedente de Entre Ríos. Asegura que eligió la provincia de Neuquén porque su sueño era ejercer en establecimientos educativos alejados de los grandes centros urbanos.

que apunta a revalorizar e inculcar la educación como pilar fundamental en la vida de los abuelos que allí residen.